martes, 28 de diciembre de 2010

GABRIELA MISTRAL, De la conferencia “Poesía Infantil y Folklore”, pronunciada en Madrid en 1935




“El niño ama el ritmo hasta un punto que no sabemos los maestros, lo sigue cantando con el cuerpo, lo baila en el patio, lo bracea, lo pernea, lo cabecea. Y aun parece más niño cuando juega así, y es cierto que es más niño, porque se da enterito, como la marea, o como el viento, a la respiración de la naturaleza. (…)

El niño es quien mejor huele lo mortecino y tira lo empalado y se fastidia con lo vivo a medias. Viene saliendo de la fragua de los fuegos primordiales y se da mejor cuenta que nadie cuando le dan lagartija o pájaro de trapo. El va derecho a lo caliente, lo ágil, y ningún mañoso lo convence con el monigote o el pelele; todos sus sentidos, que parecen pájaros de alertas, saben de un golpe, al tocar, o al oír, o al ver, si aquello que le dan es pasto fresco. (…)

Al niño le pertenece, y él lo sabe, todo cuanto va corriendo vivo por el lomo del mundo: luz, agua y palabra cantada o cantable”.

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