martes, 30 de noviembre de 2010

VIOLETA LUNA (ECUADOR)

POR CULPA DE LOS NUMEROS

Por culpa de los números
estuve siempre mal en todo cálculo.
Por no poder usar los logaritmos
la cuenta de mi vida se fue al suelo.
Jamá hallé mi siete
ni pude poner cifras a mis letras.
No supe el porcentaje de mis fraudes.
Tal vez por eso mismo
no tuve nada exacto.
Por no poder restar decimales
me fui llenando de humo,
de vientos y palomas
y nunca pude ser un tres resuelto.
Se me quedó en la nada
mi signo con tu máxima potencia.
Y siempre me rebotan
las gélidas fracciones del olvido.
Por culpa de los números
no me entendieron nunca.
Por culpa de esas plagas
jamás hallé la ruta de la lógica,
jamás un mar tranquilo,
jamás un tiempo eterno.

Por no poder hacer raíz cuadrada
no tuve un edificio de esmeraldas
ni alfombras voladoras.
Me fui quedando pobre,
sin amuletos propios
ni talismanes mágicos.
Por olvidar el álgebra
no pude ser brillante
y apenas me quedaron las gaviotas
y un cráneo lluvioso
en donde hace columpio el arcoiris.
Por culpa de los números
se me cayó la casa de la suerte
y hasta el amor más firme
se fue por la tangente.


CADA UNO

Cada uno construye su casa como quiere.
La pone sobre el aire,
la siembra en la cintura de la luna
o encima de las olas.

Cada uno
la pinta de manera diferente,
la baña con el cielo
y el oro verdidulce de la tarde.
La llena de jilgueros,
de música y hortensias.
Encima del verano la edifica.
Le pone una ventana al horizonte,
una terraza al mar
y un pájaro de bronce en el tejado.

Cada uno
la salva de la furia del invierno,
le pone verjas altas,
faroles importados de Neptuno,
estufas de Chicago
y espejos fabricados en Arabia.
Cada uno la mide y la corrige.
En forma vertical la va agrandando.
Le pone un tiembre eléctrico
y un número de plata.

La cuida del mendigo que la ensucia,
del niño que le roba una gardenia,
del pobre que la mira.

Cada uno acomoda su casa a su manera,
presume y aparenta,
construye su existencia tontamente
con trapos, pergaminos y billetes,
con vigas antisísmicas
coñac y pararrayos.

Qué lástima pero ninguno
construye a su medida su refugio
con sólo la verdad de cada día
y el sol bien compartido.
Qué lástima que nadie se haga casas
a prueba de mentiras, olvido y desamor.

Yo quiero hacer mi casa a mi manera
sin puertas ni cortinas.
La queiro dulce y tibia
en medio del camino de tus brazos.

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